Convenio Franco-español de 1902

Descripción

El Tratado de Paris de 1900 (que reconoció nuestro derecho en el Sahara occidental y Guinea continental) llevó el ánimo de Francia á solicitar de España un acuerdo previo para una equitativa solución en la cuestión de Marruecos por conducto de nuestro Embajador Sr. León y Castillo, el Mi nistro de Negocios Extranjeros, M. Delcassé, planteó el problema mogre bino al Gobierno de Silvela. Silvela contestó que el deseo de todos los partidos españoles era la conservación del statu quo en Marruecos pero al mismo tiempo que adop taba esta política de contemporización (motivada por la reciente hecatom be de 1898), contestó á los Gobiernos de Londres y París acerca de «cómo estimaban ellos los derechos de España». Londres respondió que reconocía la legitimidad de cuantas empresas intentase España. Paris rechazó la primacía de los derechos históricos de España en Marruecos, recabando para Francia la prioridad en el problema africano con la victoria arrancada á Omniada bajo el cetro de Carlos Martel en los campos de Poitiers. Poco después las negociaciones quedaron paralizadas. León y Castillo, que no participaba del criterio de Silvela, siguió insistiendo en la necesidad de llegar á un pacto con Francia. «El statu quo —decía nuestro Embajador— es la sombra, el fantasma de un sistema político no hay medio de aplazar la solución se va á llegar á ella de un momento á otro, con nosotros ó sin nosotros, y, en este caso, contra nosotros». Silvela entregó el Gobierno en aquellos días al partido liberal pero de tal modo le impresionaron las advertencias de nuestro Embajador, que cambió de orientación, mostrándose partidario acérrimo de una inteligencia con Francia «donde hemos de encontrar una inteligencia más natural, apoyo más seguro, no ciertamente para la guerra, pero sí para la participación equitativa y razonable, es en Francia». Prestigiosos políticos (Gamazo, Duque de Tetuán, Romero Robledo, López Domínguez, Pi y Margall, etc). y reputados periódicos (El Imparcial, El Liberal, el Heraldo de Madrid, etc). censuraron las declaraciones de Silvela, rechazando la alianza francesa.