Descripción
Aproximase el centenario de la muerte de aquel estoico antequerano que, cual ningún otro de los héroes de la independencia española, supo ofrecer a su patria el más bello de los sacrificios pues si los nombres de Daoiz, Velarde y Ruiz son los vivos destellos de una lucha con todos sus caracteres épicos y con todo su admirable esplendor, en el del Capitán Moreno apréciase además la sublime donación del mártir que, desarmado y altivo, abrazara á la muerte en tranquila y riente actitud. La actividad y patriotismo del Capitán Moreno encierran algo que no tuvieron sus heroicos coetáneos en éstos, el enardecimiento popular es el nimbo esplendente de su gesto desafiador y el hálito amoroso que prende en sus cerebros privilegiados hasta la muerte surge piadosa en su obra arrebatándoles cuando declina la defensa ante la furia francesa vivieron, pues, sus almas sin que el amargor de la derrota mordiese cruelmente en ellas. El Capitán Moreno bien hubiera querido recibir el beso de la muerte en el campo de la lucha pero el destino necesitaba que su sacrificio fuese más grande para eterna ejemplificación oyendo denuestos en su cautiverio, contemplando á viva fuerza el fusilamiento de sus soldados, ocultando los dolores de sus heridas y desechando con enérgico continente las súplicas de su mujer y el llanto de sus tiernos hijos, el calvario que desde Málaga á Granada recorre el Capitán Moreno parece un remedo del que siglos atrás sufriera el Redentor de la Humanidad y para digno final de una vida coronada por el sacrificio más hermoso, entrega aquel caudillo su vida en lo alto de un patíbulo, sin que el plomo busque asilo glorioso en su cuerpo, sin que la tierra empape ávida su sangre generosa.
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