Descripción
La capital del virreinato del Perú, la secular ciudad fundada por Pizarro, la antigua metrópoli del Pacífico, conserva entre los espectáculos oriundos de la España monárquica, el de las corridas de toros. Cerca del «Prado de los Descalzos» y al final de extensa avenida de robustos sauces de Castilla álzase la «Plaza de Acho». A este anfiteatro de ladrillo y madera acude la sociedad limeña atravesando el Puente de Piedra, hecho construir por uno de los primeros virreyes sobre el bullicioso Rimac
Lima, la española ciudad de la América latina recuéstase en los esmaltados ribazos de la cordillera brindándole las brisas tibias, los efluvios de sus incomparables vergeles. La limeña de hoy ya no cubre con la espumilla del negro manto ó con la bordada manila de abigarrados colores su ebúrnea faz y su escultural cintura pero en la solemne procesión de Santa Rosa ó de la Virgen de las Mercedes quemando pastillas olorosas en pebeteros de oro ó braserillos de filigrana de plata, en las verbenas y aguinaldos de navidad, en los paseos á los Amancaes, Piedra Lisa y la Portada de las Maravillas ó en las carnestolendas, la limeña conserva con espléndida lozanía, su gracia y su espiritualidad y el pueblo recuerda los antiguos tiempos de la chupa, la capa, la espada, la saya y el manto.
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