Descripción
«Piensa y reflexiona antes de prometer, dice Jamín, pero cumple fielmente lo que una vez has prometido». Pobre, triste, pero soberbio siempre, el león hispano se refugió un día en su aislamiento, plegó las alas de su espíritu y su cabeza poderosa se dobló… ¡No la inclinó sino ante el desastre! Allá en París, entre los ruidos de la civilización y del placer, se arrodilló por primera vez ante la historia la madre de 17 naciones. Pero no es eterna la noche en el horizonte ni en los pueblos y días vendrán en que manos poderosas levantarán el escudo de Castilla y Aragón. Sí vendrán días venturosos para España cuando vibre la energía na cional reconcentrada en nuestros soldados, cuando admire el pueblo las figuras de los que generosamente ofrecieron su vida, y cuando en el alma de todo buen patriota repercutan amorosamente los nombres venerandos de esos oscuros hijos del pueblo que jamás escatimaron su sangre en cons tantes privaciones. ¡Cuán inapreciables son los tributos que ofrece el soldado en aras de la Patria! Deja el soldado su familia y las delicias del hogar colmado de lágri mas y pesadumbres abraza á sus deudos y se aleja sonriente de la casa que le vio nacer. Padres, hijos y esposa le bendicen cariñosamente… luego, un pañuelo que se agita á lo lejos trocá la ternura, la condescendencia y las contemplaciones domésticas por la severidad y la rectitud los misteriosos goces junto á la lumbre del hogar quedan sacrificados por una esperanza.
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