Descripción
Yo he aspirado las grandezas de Castilla en su ayer heróico, altivo y generoso. Yo he sentido el sentir de Castilla entre lo más áspero de sus sierras y lo más florido de sus valles desde las níveas cimas del Moncayo á las márgenes del Arlanzón desde los campos de Numancia á los claustros de San Pedro de Cardeña. En las urbes y en los campos he apreciado la raigambre de creencias que testimonian la vida de un pueblo, todavía capaz de domeñar lo ignoto añadiendo nuevos timbres á las glorias de su Patria. El alma castellana sigue aventurera como ayer y nobilísima como antaño en ella persiste la fidelidad de épocas venturosas, la hidalguía de los siglos afamados. El alma castellana fue alma mater de la vieja Iberia hoy piensa, medita y siente como la Castilla del Cid, como la Castilla de Numancia. El alma castellana trabaja en América lucha santa fecundada por el trabajo lucha santa encendida por la voz de patriotismo. El alma castellana riela por toda América con acentos sugestivos y con avance de conquista entre el aluvión que Europa vierte sobre América el alma de Castilla va fundiendo á todos los pueblos con el fuego de sus amores, va estrechando á todas las razas con el verbo de la lengua nacional. ¡Salve, Castilla de Numancia! ¡Salve, Castilla del Cid!
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