Descripción
Los siglos que pasaron, fueron, fueron los de la leyenda hidalga, los de delirios quijotescos, los de heroicidades majestuosas el alma de la raza, triunfó por su tenacidad inquebrantable, por su amor al Rey, por su devoción sincera y tan vastos como sus sueños, fueron aquellos triunfos, lo mismo en las acantiladas costas de la Mauritania, como en Lisboa con el Duque de Alba, en Flandes con Farnesio, en Alemania con Mondragón, en Italia con Gonzalo de Córdoba, en Filipinas con Legazpi, en México con Cortés y en el Perú con Pizarro. Raza de titanes fue aquella raza que nimbó con la gloria de sus hijos la grandeza de Castilla raza de titanes, siempre altiva y siempre heroica, que venció con empuje de aluvión, desde las abrasadas tierras africanas á las frias de los Países Bajos raza de titanes que tras veinte siglos de rudisima pelea hizo así exclamar á inspirado vate: Tú, mi Patria, dominabas con el cetro de tus reyes, con el peso de tus armas, con la fuerza de tus leyes, con el verbo irresistible de tu lengua nacional, y brotaban de tu seno cancilleres y estadistas, y escritores y poetas, y filósofos y artistas, y eras centro y eras fuente del saber universal
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