Descripción
La verdadera enseñanza, la que educa é instruye, la que vigoriza el cuerpo y nutre el alma, la que descansando en el ayer prepara razonadamente el mañana, la que mira por encima de cosas pequeñas y de mezquinas ambiciones, esa debe ser la constante meta de nuestras aspiraciones, de los que amamos á la Patria y al Rey porque en la fusión íntima y sentida de ambos ideales, están subsumidas todas las virtudes militares que deslumbrantes surgen ahora mismo en los campos africanos. Moldear el alma de las juventudes, es quizá la más difícil de todas las empresas humanas, pues en los tiempos actuales luchan dos tendencias: la quijotesca, por decirlo así, que conserva la espiritualidad de la raza nutriendo sus raíces, no en lirismos pomposos, sino en la realidad de nuestra situación en sus aspectos étnico y económico y la sanchuna ó materialista, negación de toda mirada retrospectiva, que aspira á destruir sin fabricar, á borrar toda esa gradación de sentimientos y de grandezas que los pueblos han venido construyendo con la espada vencedora y el genio creador. Entre ambas tendencias, polos opuestos de una sola aspiración, se desenvuelve la enseñanza porque, si bien es cierto que hay una enseñanza oficial, donde el profesor ejemplifica con sus virtudes y orienta con sus doctrinas, también es ciertísimo que existen escuelas en las que el maestro incuba en sus oyentes pensamientos antagónicos con el pensamiento del Estado é ideas embrionarias que, al correr de los años, se transformarán en ideas rebeldes al sentir de la sociedad y á la tradición de la raza. No es, pues, la enseñanza un conjunto armónico y fervoroso de id
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