Descripción
En Marruecos vencen nuestros soldados: la raza no muere. La gloria para un soldado no puede ni debe ser la muerte en los campos de batalla la gloria significa triunfos y alborozos, fatigas dominadas, aspiraciones satisfechas la gloria no se cubre con la plegaria de los muertos, sino con el ropaje de la victoria viviente la gloria no se mide por el número de los caídos, sino por el «presente» de los vencedores. ¡Triste frase aquella de la rota de Rocroi! La muerte puede ser el holocausto en circunstancias difíciles no es condición necesaria y suficiente para redimir el ideal, para salvar el principio en litigio la muerte es únicamente el fin de la vida terrenal y el principio de una vida eterna. ¿Acaso la muerte debe admitirse como finalidad de una empresa, como acicate de un deber, como necesidad de una obligación? No la muerte cabe considerarla como principio de una causa, como fundamento de una doctrina la muerte del hombre en virtud de su juramento no es más que un accidente del credo que profesa buscar esa muerte cuando ha de producir incalculables beneficios es santo, es noble, es patriótico apetecer la muerte por el solo hecho de que se haya pactado el desprecio á la vida, nada tiene ni de bello ni de meritorio. «Morir en los campos de batalla»: esta frase ha rodado muchos años y rueda todavía, es la herencia quizá de nuestras seculares luchas, de nuestras quijotescas locuras es el atavismo de aquellos marciales aventureros que salían de la Patria para no volver nunca á ella. «Vencer sin morir», debe ser el anverso á la antedicha frase.
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