Descripción
Noble y generosa, cristiana y arrogante: así debe ser el alma del soldado, del soldado que ama á su Patria y quiere á su Rey. Es el soldado la expresión más elocuente de las virtudes militares, á todos debe obediencia, para todos guarda respetos es el número que en la paz hace próspera la vida del Estado es el conjunto que en la guerra agranda los patrios horizontes. El alma del soldado requiere deberes especiales, si ha de considerarse digno de sus funciones y orgulloso de su ser no puede vivir sin la práctica del bien, sin el ejercicio de la honradez no puede obtener la satisfacción diaria de su conciencia sin el culto al honor y una ciega fe en el imperio de la disciplina. Bellas tradiciones aroman el alma de soldado son unas el recuerdo de soldados ilustres que en los ocios de la paz timbraron su nombre amando lo grande y lo bueno, lo que significa y lo que enorgullece en otras, brillan los resplandores del sacrificio, la majestad del dolor, la sublimidad del heroísmo. Todas esas poéticas narraciones y todos esos nombres inmortales, son perlas del collar que orla el escudo de la Patria son la fulgencia de otras épocas y el orgullo de otros hombres son luminarias de nuestro ayer bizarro, de nuestros estoicos antepasados. El alma del soldado lleva sobre sí el peso de una herencia gloriosa, la carga de una historia deslumbrante por ello, debe ser digna de los que precedieron en sus amores por España por ello, debe ser feliz continuación de aquellos otros que en cuarteles y campamentos aspiraron bienandanzas venturosas y épicos efluvios.
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