Descripción
Allá en Flandes, deseosos de añadir nuevas glorias á las glorias de su Patria, combatían denodados millares de españoles por su Patria y por su Rey eran dignos compañeros de aquellos otros que vencían arrogantes en Italia ó triunfaban espléndidos en las selvas americanas. Aquellos nobles hijos de Iberia habían heredado con la hidalguía de sus ancestrales la fe hermosa que se albergó en los áureos siglos de la reconquista y por juntar en hermoso maridaje la hidalguía con la fe, resultaron gigantescas las empresas, magnas las campañas, genial el mando y sublime la obediencia. Tres Tercios españoles acompañaban en la isla Bomel, isla que forman los ríos Mosa y Vakal en el recinto de sus trincheras estaban las fronteras de sus patrios amores con ellos, el alma de España enfrente, los enemigos de su Dios y de su Rey. Atacaba el adversario creyendo empresa fácil rendir aquel puñado de españoles, creyeron, pues, vencer la bravura castellana, aquella bravura que cual torrente de aluvión bajó desde los riscos astures á los verjeles granadinos. Los españoles, aislados en su propia grandeza, combatían sin cesar la fe encendía sus corazones, manteniéndolos en perenne arrogancia la fe anudaba el mando con la obediencia por la fe eran sus deseos galante tributo ante las esperanzas de la Patria por la fe eran sus sacrificios rendimiento caballeresco ante la majestad de sus Reyes.
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