Descripción
Bello compendio de fervores y de esperanzas, pedestal histórico sobre el que la fe abrázase amorosa al patriotismo, brioso acento que pregona lauros y grandezas: tal es la Iglesia Católica en sus veinte siglos de lucha con[1]soladora, en sus conquistas meritísimas, en sus ideales contagiosos. Con el impulso de la fe al servicio de la humanidad, la Iglesia templa la voluntad de los hombres con su estóico desdén á la muerte, satura de sano patriotismo el corazón de las multitudes y, fundiendo en los crisoles patrios sus eternos ideales de justicia, amor y nobleza, hizo que antaño sirviese España de eje á la rotación civilizadora, merced á la sangre de sus hijos, merced al genio de sus obras. Abrazados á la Iglesia, los pueblos glorificaron sus empresas, los Reyes coronaron sus expediciones, los ejércitos pasearon enhiestas sus banderas, las razas perpetuaron su bella contextura114 y las nacionalidades crecieron iluminadas por una aurora rutilante en poética dulzura. ¡Cuán hermosa la historia de España y de la Iglesia Católica desde un santo Hermenegildo á una virtuosa Isabel, desde un siglo aromatizado por la fe inicial á otro siglo do se afirmaron los votos jurados un día por Pelayo y los suyos á los pies de la Virgen! ¡Cuán hermoso el recuerdo de esa contienda en pro de la Patria y de la libertad que tuvo á la religión de Cristo en los corazones y á la religión del honor en las voluntades! ¡Cuán hermoso aquel incesante batallar que, gracias al hálito de la fe, permite admirar entre celajes sanguíneos y turbonadas alentadoras, épicas hazañas, epopeyas maravillosas, victorias sorprendentes!
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