Descripción
Laboraba España por el progreso en las cercanías de Melilla la civilización europea había confiado á nuestra Patria honrosa misión, segura de la vitalidad de una raza tan rica en heroicas aventuras como hidalga en sus leyes á los vencidos la civilización europea confiaba en la histórica España, segura de que la barbarie rifeña no podría domeñar la cultura del siglo XX, am parada en las bayonetas de un ejército que siglos atrás difundió el progreso con la boca de sus arcabuces y con la punta de sus lanzas… Ungidos con el óleo santo del pasado más venturoso, marcharon los hijos de España á la cálida tierra africana aunque los horrores de la guerra iban á azotar el corazón de nuestra Oficialidad, allá fueron con la divina sugestión del supremo sacrificio la voz del deber hízoles olvidar humanos afectos para que viviesen áureas leyendas y hechos portentosos. La Portilla fué uno de los elegidos por la Patria para reverdecer hermosas lides, tan saturadas de bravura como repletas de fe y el joven Oficial, dichoso ante la elección de su Patria, alejó de su alma dulces afecciones para ensimismarse en visiones hazañosas y en épocas de feliz recuerdo. Al beso de su madre despertó vibrante y animoso el juramento que prestó en el alcázar toledano, y la fe, que llevó una sonrisa á su rostro puso una plegaria ardiente en el alma de su madre
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