Descripción
El examen de ingreso
Rodante rutina viene haciendo del examen de ingreso el peor de cuantos sistemas electivos pudieran haberse manifestado en la integración de la vida militar uno y otro año vistese el examen de ingreso con el mismo ropaje de vistosos conocimientos que aparentan y no perduran, de apariencias que seducen y no tienen consistencia. El examen de ingreso, con su abundamiento en el orden mental y su olvido en el concepto físico, no responde ni á las aspiraciones del Ejército ni á las exigencias del organismo y consecuencia de dicho trabajo cerebral, producido á expensas de otros funcionamientos, son esas miopías intelectivas y esos raquitismos corporales. Cierto que los aspirantes preséntanse todos los años en crecido número y que su coeficiente demostrativo aumenta correlativamente pero ¿es acaso su voluntad la que hace más amplio el campo de sus investigaciones: la que impulsa y desenvuelve? ¿es, quizás, el vértigo matemático el que los atrae y arrastra hacia la meta de sus ensueños, aun cuando lleven descoyuntado el cerebro y famélicos los músculos? No: su inteligencia por cristalizar y su voluntad por afianzarse son rebeldes á esas extorsiones cuyos gritos apagan el entusiasmo y la esperanza la preparación es para sus energías cerebrales áspera montaña, en cuya cús pide se divisa la anhelada recompensa y para poseerla, forzoso es trepar con ansias devoradoras, con tenacidad férrea, con la constancia de una hormiga.
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