Descripción
Fortea, con su rostro radiante por la ira y con su corazón amargado por el dolor, es un símbolo y una leyenda símbolo y leyenda que, cuando se evocan, surjen con toda la majestad de una bizarría que embelesa y con toda la magnificencia de una desesperación que conmueve. Ese héroe, que ensalzó el nombre de su Patria tiñendo con sangre el suelo filipino, es el eco emotivo de una España encumbrada por la fe, y extendida por la intrepidez más asombrosa ese héroes es la imagen de aquellos capitanes que tuvieron el sello de la grandeza en sus almas, y el genio deslumbrante en sus corazones impetuosos ese héroe es el reflejo purísimo de otros héroes que con su espada conquistadora, elevaron al cielo el grito de sus vencimientos y condujeron por la tierra el nombre de su España adorada. Fortea, defendiendo en los maniguales filipinos el honor de la bandera, es un valiente pero, asociando á su empeño las débiles energías de su mujer, y resistiendo con estoicidad admirable los lamentos de sus hijos y sobrinas, glorifícase aún más, y adquiere en las páginas de la Historia y en la memoria de los hombres una veneración que recrea dulcemente el alma. Nada hay más hermoso que morir por la Patria y ascender por la senda de la inmortalidad, al igual de otros luchadores que también por ella ofrendaron gozosamente su vida nada más bello que caer en tierra balbuceando el nombre de España, y sintiendo honda alegría ante el deber satisfecho nada más venturoso para Fortea que entregar su cuerpo á la tierra filipina, dejando como adiós á los compañeros el recuerdo de su defensa, como abrazo á su mujer, la última sonrisa impregnada en ardoroso aliento, como beso á sus hijos el legado de un nombre arrullado por la Patria y recogido por la Historia para eterna admiración
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